LA GUERRA DEL ASIENTO
Como ya vimos en el CAPÍTULO 3, el 4 de agosto de 1739 zarpa de Spithead la escuadra del vicealmirante Edward Vernon rumbo a Jamaica. Su primera intención, el apresamiento de la flota española que al mando de Pizarro se esperaba por aguas gallegas para esas fechas, proveniente de América, fracasa completamente.
El comodoro Brown se encuentra con sus barcos en el Caribe desde tiempo atrás. Busca los barcos españoles, especial atención a las flotas de galeones que transportan tesoros a España, y recaba información sobre las defensas españolas. Así se enteró de que, en esos momentos, España tenía pocas unidades navales en aquellas aguas, que dichas unidades estaban dispersas en diferentes bases, que Pizarro había partido tiempo atrás con sus barcos y que, por tanto, los galeones del tesoro debían estar en Cartagena de Indias o en Portobelo, desde donde irían a La Habana para, finalmente, dirigirse a España.
En consecuencia, concentra sus esfuerzos en vigilar las aguas cercanas a la capital cubana en busca de los galeones llenos de monedas de plata y mercancías.
Vernon llega a Jamaica el 26 de octubre de 1739, tras haber pasado por la posesión británica de la isla Antigua, y de
inmediato, como cabía esperar, se interesa por la posición de flota de galeones españoles del tesoro.
También se muestra sorprendido, contrariado e impaciente al comprobar que Brown no le está esperando. What a discourtesy!
Brown se entera de la llegada de su almirante y regresa a Port Royal a primeros de noviembre de 1739. El estirado
vicealmirante Vernon incorpora a su escuadra los buques del comodoro Brown (imaginemos que tras un rapapolvo por la descortesía de no haberle estado esperando). Solicita toda información posible
sobre la situación de los galeones españoles cargados de riquezas. Ahora la escuadra de Vernon ha aumentado; sin contar fragatas y unidades menores, la componen los navíos:
Burford (70) (Vernon) |
Hampton Court (70) (Brown) |
Dunkirk (64) |
Worcester (60) |
Windsor Castle (60) |
Princess Louisa (60) |
Strafford (50) |
Falmouth (50) |
Norwich (50) |
Esta escuadra es solo un anticipo de la enorme que entre navíos, fragatas, buques menores y transportes que acabará acumulando Vernon bajo su mando.
Zona oriental del Caribe con indicación de la situación de La Guaira y los dos puertos españoles más importantes. Se ha distinguido en color amarillo la isla de Jamaica, base de operaciones británicas.
Elaboración propia sobre mapa mudo.
Como también vimos anteriormente (CAPÍTULO 3), se descarta atacar La Habana porque los ingleses la consideran muy difícil su conquista por mar, por lo que posponen este objetivo para realizarlo posteriormente cuando consideren que las fuerzas españolas en el Caribe estén muy mermadas y tras haber atacado y conquistado las propias fuerzas inglesas otros objetivos. La idea, como ya sabemos, es hacer caer el imperio español como si fuera un castillo de naipes donde todas las cartas caerían. Si La Habana no es la primera en caer entonces, para los británicos, posteriormente caerá sin duda.
Hubo mucha discusión porque no todos los mandos británicos estaban de acuerdo en este aplazamiento de ataques a puntos clave. Por ejemplo, el gobernador de Jamaica, Edward Trelawny, opinaba que de inmediato debía atacarse Cartagena de Indias.
Sobre la discusión de objetivos se pidió visto bueno al Almirantazgo, por lo que habría que esperar su respuesta (el Almirantazgo inglés contestó posteriormente aprobando posponer el ataque a la capital cubana). Mientras tanto, un objetivo claro podían ser los galeones españoles. De hecho, camino de Port Royal, Vernon ya había enviado un grupo naval a atacar La Guaira.
Además, las informaciones que tenían explicaban que la capital cubana estaba fuertemente defendida con más de 150 cañones y casi 7.000 hombres, por lo que los ingleses necesitarían una fuerza de desembarco de unos 10.000 hombres. Esto, además, exigía una buena cantidad de barcos transportes. Conclusión: mejor esperar otro momento posterior para el ataque con mayor número de unidades navales.
Así que, por ahora, y en espera de confirmación por instancias superiores, Vernon, como máximo comandante, es quien establece otras acciones a realizar.
(Pulsar en las imágenes para ampliarlas)
La Guaira, en el norte de la actual Venezuela. Se aprecia bien el puerto y, a la izquierda, la pista de un aeropuerto.
Imagen de Google Maps.
Por parte española también se conseguía información sobre el enemigo y funcionaron bien, una vez más, los servicios de espionaje, de manera que se tuvo puntual cuenta de que en Jamaica se estaba montando un centro de operaciones con una escuadra importante para ofender próximamente las posesiones españolas. El problema para España no era la falta de información, sino la escasez de recursos con que combatir a los británicos.
Casa Guipuzcoana, conservada en la actualidad
La sede de la Compañía Guipuzcoana de Caracas en una fotografía del siglo XX (años 50).
La Guaira en una imagen actual
En octubre de 1739 los ingleses, como se dijo, realizan la primera acción de cierta envergadura: el primer ataque a La Guaira, hecho que iniciaron el 22 de ese mes, pocos días antes de la llegada de Vernon a Jamaica y sin que la guerra hubiese sido declarada aún (se declaró el día 23 aunque no fue firmada hasta el día 30). Vernon creía que en este puerto venezolano encontraría galeones con caudales o mercancías americanas. Así que envió una expedición contra la plaza española. En La Guaira más que galeones era más probable encontrar algunos barcos de la Compañía Guipuzcoana de Caracas, que tenía el monopolio de comercio de las costas de la actual Venezuela (al respecto, ver CAPÍTULO 5).
Así que el día 22 de octubre entraron en La Guaira tres barcos ingleses con la argucia de arbolar bandera española. Eran los navíos Princess Louisa, Strafford y Norwich, al mando del capitán Thomas Waterhouse. Una vez dentro, y habiendo tomado buena posición, empezaron a cañonear la plaza.
En el puerto de La Guaira pudo ver Waterhouse que había 17 barcos, entre mercantes y pequeñas embarcaciones. Pero allí no estaban los galeones.
Pero las autoridades españolas estaban bien instruidas y frente al ataque actuaron con prontitud. Durante tres horas hubo cañoneo, respondido certeramente por las baterías españolas, y después de esas tres horas el capitán Waterhouse decide retirarse al comprobar que sus buques están seriamente dañados por el fuego de los cañones españoles. Según este capitán, la culpa del fracaso la tuvieron los pilotos de los navíos, que eran unos incompetentes. Además, según él, dado que no estaban allí los deseados galeones, no merecía la pena seguir exponiendo vidas innecesariamente.
Fuerte San Carlos en La Guaira, bien conservado en la actualidad
Fuerte El Vigía dominando el puerto de La Guaira
Panorámica del actualmente importante puerto logístico de La Guaira
La verdad es otra. En esta ocasión los españoles habían sabido ser previsores y diligentes aún antes de la declaración de guerra, de manera que tanto el gobernador Gabriel José de Zuloaga como el capitán Francisco Saucedo, responsables de la defensa de la ciudad, habían actuado convenientemente, organizando la plaza en perfecta disposición defensiva al movilizar tropas con antelación y poner en buen orden las baterías de cañones. Por eso, aunque hubo sorpresa, no les pillaron desprevenidos.
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